“Come frutas y verduras”, te dicen en los comerciales de TV cuando anuncian algún cereal u otro alimento altamente procesado.
A primera vista, no hay nada malo con este consejo.
Pero…
El problema de las frutas es el azúcar que contienen, llamado precisamente FRUCTOSA. Aunque es de origen natural, si se consume en exceso (más de 15 gramos por día) produce efectos muy negativos en el cuerpo.
Lo realmente malo de la fructosa no es su contenido calórico, sino la forma en que afecta a tu cuerpo. Tu hígado, al metabolizarla, la convierte en grasa mucho más rápidamente que cualquier otra azúcar. El hígado, para lograrlo, tiene que trabajar de manera intensa, a marchas forzadas.
Y el tipo de grasa resultante es grasa visceral, que se adhiere a tus órganos internos y a tu abdomen, y eleva mucho tu riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Otro azúcar es la glucosa. La glucosa es un monosacárido simple, y es necesaria debido a que es el alimento principal de tu cerebro. Pero la glucosa y la fructosa hacen trabajar a tu hígado de forma distinta:
Para procesar la glucosa, tu hígado tiene que metabolizar únicamente el 20 por ciento de la misma. En cambio, con la fructosa, tu hígado tiene que trabajar mucho más que eso, y como resultado produce una larga lista de desperdicios y toxinas, entre ellas grandes cantidades de ácido úrico. El ácido úrico eleva tu presión arterial y ocasiona la dolorosa y molesta gota.
Cada célula de tu cuerpo, y el cerebro, usan la glucosa como combustible, por lo que ésta, después de matabolizada, es de inmediato distribuida para su consumo. La fructosa, en cambio, para almacenarse es convertida en ácidos grasos libres (o sea, colesterol “malo”) y triglicéridos, y almacenada como grasa.
Para darte una idea de lo anterior: Si consumes 120 calorías de glucosa, solamente una caloría, o menos, es almacenada como grasa. En cambio, si consumes las mismas 120 calorías de fructosa, 40 calorías son almacenadas como grasa.
Se recomienda, para mantener los efectos dañinos de la fructosa bajo control, ingerir menos de 15 gramos de la misma al día. Hay frutas que la contienen más que otras, por lo que aquí te presento una lista de las más comunes:
– Lima: 0 gramos
– Limón: 0.6 gramos
– Melón: 3 gramos (por rebanada mediana)
– Kiwi: 3.5 gramos (1 mediano)
– Fresa: 3.6 gramos (por 1 taza)
– Piña: 4 gramos (por rebanada)
– Naranja: 6 gramos (1 tamaño mediano)
– Plátano: 7 gramos (1 mediano)
– Manzana: 9.5 gramos
– Sandía: 11.5 gramos (1 rebanada)
– Uva: 12.5 gramos (1 taza, sin semillas, verdes o rojas)
– Mango: 16.5 gramos (una mitad de tamaño medio)
– Higos secos: 23 gramos (1 taza)
Como puedes ver, el contenido de fructosa de muchas frutas que consideramos “saludables” es alto. Puedes consumirlas, pero con moderación (3 a 5 porciones por dia). El daño a la salud que tu cuerpo recibe por el metabolismo de la fructosa es más alto que el beneficio por el contenido de vitaminas.
viernes, 22 de julio de 2016
jueves, 14 de julio de 2016
bebidas light y salud
Las personas que consumen más de cinco veces a la semana bebidas con alto contenido de azúcar o edulcorante, incluso si es un jugo natural o una bebida light, presentan entre 43 y 74 por ciento más de riesgo de desarrollar síndrome metabólico que aquellos que beben menos de un vaso.
El estudio de PREDIMED (Prevención con Dieta Mediterránea) con la participación de la Universidad Rovira i Virgili, de Italia, señala que en el caso de las azucaradas, su consumo frecuente incrementa en 9% el riesgo de sufrir hipertensión y también de presentar niveles bajos de colesterol bueno.
Respecto a los jugos de fruta naturales o envasados, su consumo frecuente también se asocia a un mayor riesgo de tener obesidad abdominal. En este caso, una señal para determinar quién lo padece es medir la circunferencia de la cintura. Según el National Cholesterol Education Program, 102 cm de perímetro de cintura-cadera es el recomendado para los hombres y 88 cm para las mujeres.
Los expertos explicaron que este tipo de bebidas tienen un bajo valor nutricional y aportan grandes cantidades de azúcares u otros edulcorantes, y su ingesta excesiva propicia el sobrepeso y la obesidad, así como la proliferación de diabetes, enfermedades cardiovasculares e, incluso, algunos tipos de cáncer. Por lo que recomiendan disminuir su consumo.
El síndrome metabólico es uno de los mayores problemas de sanidad pública. Las personas que lo padecen tienen un riesgo 3 veces mayor de sufrir un infarto de miocardio o un ACV y un riesgo 2 veces mayor de morir por esta causa, en comparación con las que no lo padecen.
Para el National Cholesterol Education Program una persona tiene Síndrome Metabólico cuando presenta simultáneamente 3 o más de los siguientes factores de riesgo cardiovascular:
– Obesidad abdominal (Perímetro de cintura: 102 cm el hombre y 88 cm la mujer)
– Triglicéridos en sangre 150 mg/dl.
– Colesterol-HDL en sangre < 40 mg/dl en hombre y < 50 mg/ dl en la mujer
– Hipertensión arterial 130/85 mmHg o estar en tratamiento hipotensor
– Glucosa en sangre en ayunas (glicemia) 110 mg/dl..
El estudio de PREDIMED (Prevención con Dieta Mediterránea) con la participación de la Universidad Rovira i Virgili, de Italia, señala que en el caso de las azucaradas, su consumo frecuente incrementa en 9% el riesgo de sufrir hipertensión y también de presentar niveles bajos de colesterol bueno.
Respecto a los jugos de fruta naturales o envasados, su consumo frecuente también se asocia a un mayor riesgo de tener obesidad abdominal. En este caso, una señal para determinar quién lo padece es medir la circunferencia de la cintura. Según el National Cholesterol Education Program, 102 cm de perímetro de cintura-cadera es el recomendado para los hombres y 88 cm para las mujeres.
Los expertos explicaron que este tipo de bebidas tienen un bajo valor nutricional y aportan grandes cantidades de azúcares u otros edulcorantes, y su ingesta excesiva propicia el sobrepeso y la obesidad, así como la proliferación de diabetes, enfermedades cardiovasculares e, incluso, algunos tipos de cáncer. Por lo que recomiendan disminuir su consumo.
El síndrome metabólico es uno de los mayores problemas de sanidad pública. Las personas que lo padecen tienen un riesgo 3 veces mayor de sufrir un infarto de miocardio o un ACV y un riesgo 2 veces mayor de morir por esta causa, en comparación con las que no lo padecen.
Para el National Cholesterol Education Program una persona tiene Síndrome Metabólico cuando presenta simultáneamente 3 o más de los siguientes factores de riesgo cardiovascular:
– Obesidad abdominal (Perímetro de cintura: 102 cm el hombre y 88 cm la mujer)
– Triglicéridos en sangre 150 mg/dl.
– Colesterol-HDL en sangre < 40 mg/dl en hombre y < 50 mg/ dl en la mujer
– Hipertensión arterial 130/85 mmHg o estar en tratamiento hipotensor
– Glucosa en sangre en ayunas (glicemia) 110 mg/dl..
miércoles, 13 de julio de 2016
PESCADO Y MERCURIO
Como comer pescado sin envenenarse con su mercurio. El pescado tiene propiedades nutricionales que lo convierten en esencial dentro una dieta equilibrada. Contiene proteínas de buena calidad y lípidos saludables… pero ¡ay! ¡También contiene mercurio!
La culpa de que el pescado esté repleto de mercurio no la tienen los peces, sino el hombre. En el caso de Europa, las principales fuentes de contaminación son las emisiones de las centrales térmicas de carbón, calefacciones y cocinas y la industria del cloro, que vierten grandes cantidades de este material pesado a los mares y océanos. La minería y la eliminación de residuos también tienen parte de culpa. Algo de mercurio también llega a los mares de forma natural, a través de las emisiones que vierten los volcanes.
El mercurio es un metal de color plateado cuya particularidad, única en los metales, es la de ser líquido a temperatura ambiente.
También es un veneno de insólita violencia, tóxico para los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel, los pulmones, los riñones, el corazón y los ojos. Numerosos estudios epidemiológicos han demostrado que el 85% de las enfermedades crónicas (cardiopatía coronaria, diabetes, artrosis degenerativa, hipertensión arterial, etc.) están producidas y mantenidas por intoxicaciones por metales pesados, como mercurio, plomo, cadmio, etc.
Una vez liberado al medio, ciertas bacterias lo transforman en metilmercurio.
El resultado es que el pececillo que todos los días absorbe una pequeña cantidad de mercurio al alimentarse de algas y de plancton acaba por concentrar mercurio en su organismo en un proporción más elevada que la que hay en el entorno (es lo que se llama bioacumulación). Los peces grandes, que a lo largo de su vida consumen miles de pececillos, se llevan la peor parte. Y es que el mercurio se va concentrando poco a poco en cada eslabón de la cadena alimentaria y, mediante el fenómeno que se conoce como bioamplificación, algunos peces que se encuentran en lo más alto de esta cadena acaban por tener un nivel de mercurio problemático: es el caso del atún, el pez espada, la lubina o el tiburón, y de peces como la raya, la platija y otros de crecimiento lento.
Y si eso le pasa a los peces, piense ahora en el marisco. Almejas, ostras, vieiras, cigalas, bogavantes y langostas filtran constantemente el agua del mar, reteniendo en sus tejidos parte de los metales que encuentran en ella, tanto aquellos que forman parte de su composición natural como los que han llegado allí por culpa del hombre.
Cuando nosotros, finalmente, ponemos encima de nuestra mesa un suculento plato de pescado, ese que sabemos que debemos comer con frecuencia como parte de una dieta saludable, en realidad estamos ingiriendo dosis y más dosis de mercurio, en algunos casos en una cantidad intolerable.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el mercurio es uno de los productos químicos que plantean más problemas de salud pública. Hasta tal punto es así que 140 países (desde Albania a Zimbabue, pasando por España) firmaron el año 2013 el Convenio de Minamata sobre el mercurio, comprometiéndose a aplicar una serie de medidas para ir reduciendo las emisiones de mercurio y los productos que lo contienen. Sólo 28 lo han ratificado de momento.
Quizá piense que el nombre del convenio, Minamata, se tomó del lugar donde se firmó. Pues no es así. Se trata de una ciudad de Japón, pero lo que allí ocurrió fue que se produjo en 1956 un envenenamiento masivo de personas por mercurio debido a la ingestión de pescado y de marisco contaminado por los vertidos de una empresa petroquímica. Hubo decenas de fallecimientos y miles de casos de problemas neurológicos, que aún persisten a día de hoy, así como nacimientos de bebés gravemente afectados.
El mundo está algo más concienciado con los peligros de este terrible metal. Han desaparecido los termómetros de mercurio, y apenas se utiliza ya en los empastes dentales, pero pasarán décadas (si es que ocurre) hasta que realmente nuestros mares y océanos, y en consecuencia nuestros peces, estén libres de él.
En la Unión Europea existe un sistema de alerta rápida para piensos y alimentos, llamado RASFF (por sus siglas en inglés), que envía alertas a todos los países cuando un alimento presenta un riesgo grave y está en el mercado, lo que hace necesaria una actuación urgente. Pues bien, en el año 2015 se lanzaron 138 notificaciones por metales pesados en los alimentos. De ellas, 104 se refirieron a contenido de mercurio en pescado y otros productos pesqueros y (¡prepárese a leer el dato!), el 65% tuvieron como origen pescado español.
Aunque es posible sufrir un envenenamiento por mercurio (lo cual es muy serio), no es algo frecuente. Y precisamente que sean casos tan raros también los hace más difíciles de diagnosticar por parte de los médicos, que no suelen alarmarse hasta que la intoxicación es evidente.
La solución por evitar los peligros del mercurio procedente del pescado en nuestro organismo tampoco pasa por dejar de comer pescado, pues sería contraproducente, dado que los beneficios son mayores que los riesgos.
Lo que debe hacer es tener un consumo razonable (tres veces a la semana), tanto de pescado azul como blanco y preferentemente peces jóvenes y de pequeño tamaño (boquerones, anchoas, sardinas…). Salvo en caso de embarazo, que no deben consumirse pescados grandes ni marisco, pues el metilmercurio que contienen puede dañar el cerebro y el sistema nervioso del feto.
La culpa de que el pescado esté repleto de mercurio no la tienen los peces, sino el hombre. En el caso de Europa, las principales fuentes de contaminación son las emisiones de las centrales térmicas de carbón, calefacciones y cocinas y la industria del cloro, que vierten grandes cantidades de este material pesado a los mares y océanos. La minería y la eliminación de residuos también tienen parte de culpa. Algo de mercurio también llega a los mares de forma natural, a través de las emisiones que vierten los volcanes.
El mercurio es un metal de color plateado cuya particularidad, única en los metales, es la de ser líquido a temperatura ambiente.
También es un veneno de insólita violencia, tóxico para los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel, los pulmones, los riñones, el corazón y los ojos. Numerosos estudios epidemiológicos han demostrado que el 85% de las enfermedades crónicas (cardiopatía coronaria, diabetes, artrosis degenerativa, hipertensión arterial, etc.) están producidas y mantenidas por intoxicaciones por metales pesados, como mercurio, plomo, cadmio, etc.
Una vez liberado al medio, ciertas bacterias lo transforman en metilmercurio.
El resultado es que el pececillo que todos los días absorbe una pequeña cantidad de mercurio al alimentarse de algas y de plancton acaba por concentrar mercurio en su organismo en un proporción más elevada que la que hay en el entorno (es lo que se llama bioacumulación). Los peces grandes, que a lo largo de su vida consumen miles de pececillos, se llevan la peor parte. Y es que el mercurio se va concentrando poco a poco en cada eslabón de la cadena alimentaria y, mediante el fenómeno que se conoce como bioamplificación, algunos peces que se encuentran en lo más alto de esta cadena acaban por tener un nivel de mercurio problemático: es el caso del atún, el pez espada, la lubina o el tiburón, y de peces como la raya, la platija y otros de crecimiento lento.
Y si eso le pasa a los peces, piense ahora en el marisco. Almejas, ostras, vieiras, cigalas, bogavantes y langostas filtran constantemente el agua del mar, reteniendo en sus tejidos parte de los metales que encuentran en ella, tanto aquellos que forman parte de su composición natural como los que han llegado allí por culpa del hombre.
Cuando nosotros, finalmente, ponemos encima de nuestra mesa un suculento plato de pescado, ese que sabemos que debemos comer con frecuencia como parte de una dieta saludable, en realidad estamos ingiriendo dosis y más dosis de mercurio, en algunos casos en una cantidad intolerable.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el mercurio es uno de los productos químicos que plantean más problemas de salud pública. Hasta tal punto es así que 140 países (desde Albania a Zimbabue, pasando por España) firmaron el año 2013 el Convenio de Minamata sobre el mercurio, comprometiéndose a aplicar una serie de medidas para ir reduciendo las emisiones de mercurio y los productos que lo contienen. Sólo 28 lo han ratificado de momento.
Quizá piense que el nombre del convenio, Minamata, se tomó del lugar donde se firmó. Pues no es así. Se trata de una ciudad de Japón, pero lo que allí ocurrió fue que se produjo en 1956 un envenenamiento masivo de personas por mercurio debido a la ingestión de pescado y de marisco contaminado por los vertidos de una empresa petroquímica. Hubo decenas de fallecimientos y miles de casos de problemas neurológicos, que aún persisten a día de hoy, así como nacimientos de bebés gravemente afectados.
El mundo está algo más concienciado con los peligros de este terrible metal. Han desaparecido los termómetros de mercurio, y apenas se utiliza ya en los empastes dentales, pero pasarán décadas (si es que ocurre) hasta que realmente nuestros mares y océanos, y en consecuencia nuestros peces, estén libres de él.
En la Unión Europea existe un sistema de alerta rápida para piensos y alimentos, llamado RASFF (por sus siglas en inglés), que envía alertas a todos los países cuando un alimento presenta un riesgo grave y está en el mercado, lo que hace necesaria una actuación urgente. Pues bien, en el año 2015 se lanzaron 138 notificaciones por metales pesados en los alimentos. De ellas, 104 se refirieron a contenido de mercurio en pescado y otros productos pesqueros y (¡prepárese a leer el dato!), el 65% tuvieron como origen pescado español.
Aunque es posible sufrir un envenenamiento por mercurio (lo cual es muy serio), no es algo frecuente. Y precisamente que sean casos tan raros también los hace más difíciles de diagnosticar por parte de los médicos, que no suelen alarmarse hasta que la intoxicación es evidente.
La solución por evitar los peligros del mercurio procedente del pescado en nuestro organismo tampoco pasa por dejar de comer pescado, pues sería contraproducente, dado que los beneficios son mayores que los riesgos.
Lo que debe hacer es tener un consumo razonable (tres veces a la semana), tanto de pescado azul como blanco y preferentemente peces jóvenes y de pequeño tamaño (boquerones, anchoas, sardinas…). Salvo en caso de embarazo, que no deben consumirse pescados grandes ni marisco, pues el metilmercurio que contienen puede dañar el cerebro y el sistema nervioso del feto.
DESAYUNO Y DIABETES
El desayuno es una de las principales comidas del día para todas las personas. Pero más aún para los diabéticos ya que la mitad de la insulina que requiere el cuerpo para funcionar correctamente el cuerpo se produce con los alimentos del desayuno.
Es fundamental que las personas diabéticas no salteen el desayuno porque esto los ayudara a mantener regulado su nivel de insulina.
Es malo para la salud de las personas comer luego de 4 o 6 horas luego de levantarse de dormir ya que el cuerpo necesita de los alimentos para darle energía al páncreas que es el encargado de producir la insulina.
Es vital que tanto niños como adultos desayunen todos los días ya sea que estén sanos o que padezcan alguna enfermedad como la diabetes u otra.
No es necesario que el desayuno sea abundante y pesado. Ya que se pueden elegir alimentos sanos y livianos.
Los alimentos más recomendados son:
-yogur
-avena y otros cereales
-frutas
-jugos de frutas naturales
-infusiones como te, café o infusiones de hiervas
-queso
-vegetales
-huevo
-mermeladas y dulces naturales
-pan integral
Existen muchas opciones para elegir que desayunar. Lo importante es no dejar al cuerpo sin alimentos durante el desayuno.
Las personas diabéticas deben seguir una dieta específica para mantener controlada el nivel de azúcar pero también tienen que evitar bajones de azúcar porque tampoco estos episodios son buenos.
Ejemplo de dieta semanal para un diabético:
No debemos acostumbrarnos nunca a no desayunar porque este es un mal hábito que altera el correcto funcionamiento del cuerpo
Es fundamental que las personas diabéticas no salteen el desayuno porque esto los ayudara a mantener regulado su nivel de insulina.
Es malo para la salud de las personas comer luego de 4 o 6 horas luego de levantarse de dormir ya que el cuerpo necesita de los alimentos para darle energía al páncreas que es el encargado de producir la insulina.
Es vital que tanto niños como adultos desayunen todos los días ya sea que estén sanos o que padezcan alguna enfermedad como la diabetes u otra.
No es necesario que el desayuno sea abundante y pesado. Ya que se pueden elegir alimentos sanos y livianos.
Los alimentos más recomendados son:
-yogur
-avena y otros cereales
-frutas
-jugos de frutas naturales
-infusiones como te, café o infusiones de hiervas
-queso
-vegetales
-huevo
-mermeladas y dulces naturales
-pan integral
Existen muchas opciones para elegir que desayunar. Lo importante es no dejar al cuerpo sin alimentos durante el desayuno.
Las personas diabéticas deben seguir una dieta específica para mantener controlada el nivel de azúcar pero también tienen que evitar bajones de azúcar porque tampoco estos episodios son buenos.
Ejemplo de dieta semanal para un diabético:
No debemos acostumbrarnos nunca a no desayunar porque este es un mal hábito que altera el correcto funcionamiento del cuerpo
MAS POTASIO ,MENOS SODIO
Se recomienda en la dieta más potasio y menos sodio
Para mantenernos saludables es importante consumir la cantidad apropiada de minerales. En especial si se padece alguna enfermedad como la hipertensión.
Es importante a la hora de elegir alimentos que nos ayuden a controlar la hipertensión saber que se debe incrementar el consumo de alimentos con potasio y reducir el nivel de sodio.
El potasio ayuda a eliminar el sodio del cuerpo y evita que las células de los vasos sanguíneos se dañen.
El mayor consumo de potasio permite bloquear los efectos negativos del sodio como son:
– pérdida de masa ósea
-formación cálculos en los riñones
-desarrollo de diabetes tipo 2
– accidentes cerebrovasculares
– mortalidad por enfermedades cardíacas
En la actualidad la mayoría de las personas en su dieta tienen un desequilibrio en donde se consume más socio que potasio lo que es altamente perjudicial para la salud.
Es vital reducir en la dieta el consumo de alimentos con sodio. Se debe reducir o eliminar los alimentos altamente procesados porque contienen grandes cantidades de sodio. Pero a la vez incrementar la ingesta de alimentos con potasio como frutas y verduras.
Para controlar la hipertensión es vital cuidarse en la alimentación y seguir un estilo de vida saludable.
En poco tiempo se logran buenos resultados por lo que se debe ser constantes y cuidarse en las comidas.
Los alimentos altos en potasio son realmente buenos para las personas en general pero más aún en las personas con hipertensión crónica.
Recuerda en tu dieta más potasio y menos sodio.
miércoles, 6 de julio de 2016
las 8 drogas legales más adictivas
1. Alcohol
El alcohol es igual de adictivo, o más, que cualquier droga ilegal. Quizá no sea tan adictivo como la heroína o el cristal, pero “aunque en sí mismo no es tremendamente adictivo, el alcohol es un enorme problema porque demasiada gente lo utiliza de una forma dañina”, señala el Dr. Andrew Kolodny, un experto en adicciones de la Phoenix House Foundation de Nueva York. Los problemas empiezan cuando se pasa de 4 tragos en una noche, de 14 tragos en una semana.
Irse de juerga regularmente puede fácilmente llevar a la adicción. Algunas personas se vuelven adictas inmediatamente, pero para la mayoría de las personas toma un buen tiempo llegar al punto de tropezar y empezar a rodar cuesta abajo.
Si hay alcoholismo en tu familia, automáticamente te encuentras en riesgo. “La adicción al alcohol es única en tanto que tiene un fuerte componente genético”, Dice Kolodny. Los expertos no saben aún por qué la herencia es tan importante en el alcoholismo en comparación con otras drogas, pero el vínculo es definitivo.
2. Nicotina
Una de las drogas legales más accesibles y adictivas es la nicotina. La mayoría de la gente se engancha con sólo fumar un par de veces. Muy pocas personas son capaces de fumar ocasionalmente sin volverse adictos.
Ya sea que fumes cigarrillos, puros o masques tabaco, una vez que eres adicto a la nicotina dejarla puede volverse extremadamente difícil. “Es más difícil dejar la nicotina que el alcohol”, “no deja de generar una fuerte urgencia”, dice Jane Maxwell, del Addiction Research Institute de la Universidad de Texas en Austin.
A diferencia de los alcohólicos que dejan de beber de golpe, los fumadores tienen a su alcance toda una variedad de métodos que les dan la ilusión de estar dejando el hábito, pero que pocas veces funcionan. La mayoría de los exfumadores recaen.
3. Opiáceos
Los analgésicos opiáceos, tales como el Vicodin, el OxyContin, el Percocet y la morfina, han creado una rápida catástrofe en Estados Unidos. Las prescripciones para estos analgésicos altamente adictivos, que básicamente te dan bajas dosis de heroína, han aumentado de manera impresionante desde principios de la década del 2000.
Kolodny señala que son muy buenos para tratar fuertes dolores en el corto plazo, como romperse muchos huesos en un accidente automovilístico. Al principio causan un efecto de euforia, pero si no los dejas en los primeros días la adicción se vuelve inevitable. El cuerpo se acostumbra y ansía cantidades cada vez más grandes de opiáceos para mantener su efecto.
Antes de que te des cuenta, tienes que seguir tomándolos para evitar sentirte mal físicamente, lo que los hace muy difíciles de dejar. “La gente siente que la perdición es inminente, como si fueran a perder la cabeza y pudieran morir”, señala Kolodny.
Algunas alternativas no adictivas a los opiáceos pueden ser el Ibuprofeno, el Tylenol, y el naproxeno.
4. Benzodiacepinas
Las benzodiacepinas, entre las que se incluyen medicamentos como el Xanax, el Klonopin y el Valium, han sido también altamente recetadas durante los últimos años. Normalmente son utilizadas para tratar ansiedad severa y ataques de pánico, pero son tomadas muchas veces por personas que realmente no las necesitan. Su efecto puede ser similar al efecto sedante el alcohol, pero con la ansiedad y la necesidad de aumentar la dosis que provocan los opiáceos.
La dependencia física es especialmente severa. Mientras que el síndrome de abstinencia de los opiáceos no amenaza tu vida, dejar las benzodiacepinas puede ser mortal. El efecto es similar a dejar el alcohol, puedes caer en estado de delirium tremens o te puede dar un paro cardiaco.
Peor aún es el efecto multiplicador que da mezclarlos con otras drogas, sobre todo con opiáceos.
5. Medicamentos para tratar el TDAH
(Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) El uso de estimulantes como el Ritalin, el Adderall o el Concerta, supuestamente usados para tratar el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, ha crecido mucho durante la última década. Estas drogas se han vuelto un grave problema, sobre todo entre preparatorianos y universitarios, porque piensan que los ayuda a estudiar mejor. Pero incluso profesionistas que nunca han sido recetados los buscan para darle un impulso extra a sus carreras.
Estos medicamentos pueden causar alucinaciones y acelerar el ritmo cardiaco, y mientras más los consumas mayores son los problemas. Tomar altas dosis por largo tiempo puede provocar fuertes efectos psicológicos como paranoia, obsesividad, insomnio y arrancarse la piel. Dejarlos es menos difícil que dejar los opiáceos o el alcohol, pero el proceso hace que la gente se deprima al punto de querer suicidarse.
6. Ambien
El Ambien es un medicamento muy efectivo para mandarte a dormir, pero es muy fácil volverte dependiente después de algunos días de uso. Una vez que empiezas a tomarlo regularmente es casi imposible poder dormir sin tomarlo. Si lo tomas por semanas, meses o años, puedes llevar a tu cuerpo a un estado de insomnio que durará semanas.
Kolodny señala que el Ambien también te pondrá más ansioso durante el día y te llevará a hacer locuras cuando crees estar dormido. Vas a tener hambre y amnesia, atacarás el refrigerador a la mitad de la madrugada y, cuando veas el desastre en la mañana, te preguntarás quién lo hizo. También ha habido muchos reportes de pacientes en Ambien que se lanzan de sus autos a la mitad de la noche y despiertan en salas de emergencia sin recuerdo alguno de lo sucedido.
Este medicamento era usado habitualmente por Heath Ledger, aunque no se encontraba en el cóctel de sustancias que lo llevaron a la muerte.
7. Jarabe para la tos
Si tu doctor te receta algún fuerte jarabe para atacar la bronquitis, la sinusitis o la fiebre del heno, ten cuidado. Estos jarabes contienen codeína, un opiáceo al que fácilmente puedes quedar enganchado. Incluso puede llegar a ser letal si se consume en cantidades elevadas. Esta es la droga que mandó a Lil Wayne al hospital y que la policía encontró en casa de Justin Bieber.
Asegúrate de no exceder las dosis recomendadas y nunca las mezcles con alcohol, pues además de codeína este jarabe contiene un fuerte antihistamínico llamado prometazina, y la mezcla codeína-prometazina-alcohol puede conducirte a un paro respiratorio.
8. Esteroides anabólicos
Los esteroides anabólicos, que son variaciones sintéticas de la testosterona, son prescritos legalmente para tratar los efectos secundarios causados por bajos niveles de testosterona y para ayudar a ganar masa muscular en personas que se enfrentan a serias enfermedades como el cáncer y el SIDA. Sin embargo, son frecuentemente utilizadas por individuos sanos que quieren aumentar su volumen muscular.
Y sí, son adictivos. Los esteroides no van a elevarte, pero sí se meten con la química cerebral. Usarlos continuamente puede causar cambios continuos de ánimo, irritabilidad, paranoia y agresividad. Además, dañan los riñones, el hígado y elcorazón.
Incluso si nunca has pensado en tomar esteroides, te los puedes encontrar en productos enmascarados como suplementos alimenticios.
El alcohol es igual de adictivo, o más, que cualquier droga ilegal. Quizá no sea tan adictivo como la heroína o el cristal, pero “aunque en sí mismo no es tremendamente adictivo, el alcohol es un enorme problema porque demasiada gente lo utiliza de una forma dañina”, señala el Dr. Andrew Kolodny, un experto en adicciones de la Phoenix House Foundation de Nueva York. Los problemas empiezan cuando se pasa de 4 tragos en una noche, de 14 tragos en una semana.
Irse de juerga regularmente puede fácilmente llevar a la adicción. Algunas personas se vuelven adictas inmediatamente, pero para la mayoría de las personas toma un buen tiempo llegar al punto de tropezar y empezar a rodar cuesta abajo.
Si hay alcoholismo en tu familia, automáticamente te encuentras en riesgo. “La adicción al alcohol es única en tanto que tiene un fuerte componente genético”, Dice Kolodny. Los expertos no saben aún por qué la herencia es tan importante en el alcoholismo en comparación con otras drogas, pero el vínculo es definitivo.
2. Nicotina
Una de las drogas legales más accesibles y adictivas es la nicotina. La mayoría de la gente se engancha con sólo fumar un par de veces. Muy pocas personas son capaces de fumar ocasionalmente sin volverse adictos.
Ya sea que fumes cigarrillos, puros o masques tabaco, una vez que eres adicto a la nicotina dejarla puede volverse extremadamente difícil. “Es más difícil dejar la nicotina que el alcohol”, “no deja de generar una fuerte urgencia”, dice Jane Maxwell, del Addiction Research Institute de la Universidad de Texas en Austin.
A diferencia de los alcohólicos que dejan de beber de golpe, los fumadores tienen a su alcance toda una variedad de métodos que les dan la ilusión de estar dejando el hábito, pero que pocas veces funcionan. La mayoría de los exfumadores recaen.
3. Opiáceos
Los analgésicos opiáceos, tales como el Vicodin, el OxyContin, el Percocet y la morfina, han creado una rápida catástrofe en Estados Unidos. Las prescripciones para estos analgésicos altamente adictivos, que básicamente te dan bajas dosis de heroína, han aumentado de manera impresionante desde principios de la década del 2000.
Kolodny señala que son muy buenos para tratar fuertes dolores en el corto plazo, como romperse muchos huesos en un accidente automovilístico. Al principio causan un efecto de euforia, pero si no los dejas en los primeros días la adicción se vuelve inevitable. El cuerpo se acostumbra y ansía cantidades cada vez más grandes de opiáceos para mantener su efecto.
Antes de que te des cuenta, tienes que seguir tomándolos para evitar sentirte mal físicamente, lo que los hace muy difíciles de dejar. “La gente siente que la perdición es inminente, como si fueran a perder la cabeza y pudieran morir”, señala Kolodny.
Algunas alternativas no adictivas a los opiáceos pueden ser el Ibuprofeno, el Tylenol, y el naproxeno.
4. Benzodiacepinas
Las benzodiacepinas, entre las que se incluyen medicamentos como el Xanax, el Klonopin y el Valium, han sido también altamente recetadas durante los últimos años. Normalmente son utilizadas para tratar ansiedad severa y ataques de pánico, pero son tomadas muchas veces por personas que realmente no las necesitan. Su efecto puede ser similar al efecto sedante el alcohol, pero con la ansiedad y la necesidad de aumentar la dosis que provocan los opiáceos.
La dependencia física es especialmente severa. Mientras que el síndrome de abstinencia de los opiáceos no amenaza tu vida, dejar las benzodiacepinas puede ser mortal. El efecto es similar a dejar el alcohol, puedes caer en estado de delirium tremens o te puede dar un paro cardiaco.
Peor aún es el efecto multiplicador que da mezclarlos con otras drogas, sobre todo con opiáceos.
5. Medicamentos para tratar el TDAH
(Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) El uso de estimulantes como el Ritalin, el Adderall o el Concerta, supuestamente usados para tratar el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, ha crecido mucho durante la última década. Estas drogas se han vuelto un grave problema, sobre todo entre preparatorianos y universitarios, porque piensan que los ayuda a estudiar mejor. Pero incluso profesionistas que nunca han sido recetados los buscan para darle un impulso extra a sus carreras.
Estos medicamentos pueden causar alucinaciones y acelerar el ritmo cardiaco, y mientras más los consumas mayores son los problemas. Tomar altas dosis por largo tiempo puede provocar fuertes efectos psicológicos como paranoia, obsesividad, insomnio y arrancarse la piel. Dejarlos es menos difícil que dejar los opiáceos o el alcohol, pero el proceso hace que la gente se deprima al punto de querer suicidarse.
6. Ambien
El Ambien es un medicamento muy efectivo para mandarte a dormir, pero es muy fácil volverte dependiente después de algunos días de uso. Una vez que empiezas a tomarlo regularmente es casi imposible poder dormir sin tomarlo. Si lo tomas por semanas, meses o años, puedes llevar a tu cuerpo a un estado de insomnio que durará semanas.
Kolodny señala que el Ambien también te pondrá más ansioso durante el día y te llevará a hacer locuras cuando crees estar dormido. Vas a tener hambre y amnesia, atacarás el refrigerador a la mitad de la madrugada y, cuando veas el desastre en la mañana, te preguntarás quién lo hizo. También ha habido muchos reportes de pacientes en Ambien que se lanzan de sus autos a la mitad de la noche y despiertan en salas de emergencia sin recuerdo alguno de lo sucedido.
Este medicamento era usado habitualmente por Heath Ledger, aunque no se encontraba en el cóctel de sustancias que lo llevaron a la muerte.
7. Jarabe para la tos
Si tu doctor te receta algún fuerte jarabe para atacar la bronquitis, la sinusitis o la fiebre del heno, ten cuidado. Estos jarabes contienen codeína, un opiáceo al que fácilmente puedes quedar enganchado. Incluso puede llegar a ser letal si se consume en cantidades elevadas. Esta es la droga que mandó a Lil Wayne al hospital y que la policía encontró en casa de Justin Bieber.
Asegúrate de no exceder las dosis recomendadas y nunca las mezcles con alcohol, pues además de codeína este jarabe contiene un fuerte antihistamínico llamado prometazina, y la mezcla codeína-prometazina-alcohol puede conducirte a un paro respiratorio.
8. Esteroides anabólicos
Los esteroides anabólicos, que son variaciones sintéticas de la testosterona, son prescritos legalmente para tratar los efectos secundarios causados por bajos niveles de testosterona y para ayudar a ganar masa muscular en personas que se enfrentan a serias enfermedades como el cáncer y el SIDA. Sin embargo, son frecuentemente utilizadas por individuos sanos que quieren aumentar su volumen muscular.
Y sí, son adictivos. Los esteroides no van a elevarte, pero sí se meten con la química cerebral. Usarlos continuamente puede causar cambios continuos de ánimo, irritabilidad, paranoia y agresividad. Además, dañan los riñones, el hígado y elcorazón.
Incluso si nunca has pensado en tomar esteroides, te los puedes encontrar en productos enmascarados como suplementos alimenticios.
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