En los últimos tiempos, y en forma gradual, la gente va lentamente tomando conciencia de la importancia que la alimentación tiene en nuestra salud. En el siglo V AC, Hipócrates sentenciaba “que tu alimento sea tu medicamento”. Dentro de la Medicina Tradicional China (MTC), cuyo cuerpo teórico puede rastrearse hasta el 2300 AC aproximadamente, ya estaba contemplada la dietoterapia y existen tratados completos de cómo la alimentación puede ser utilizada en forma terapéutica.
Más cerca en el tiempo, la Medicina Orthomolecular nos ha facilitado esta comprensión al encontrar la relación existente entre determinados nutrientes presentes en los alimentos y las funciones biológicas que los mismos cumplen en nuestro organismo; de esta forma podemos encontrar que ciertos alimentos pueden ayudarnos a prevenir enfermedades y si bien el envejecer no es una enfermedad en sí misma, muchos de los factores asociados pueden ser modificados a través del cuidado en la alimentación, especialmente evitando cosas que aceleren el deterioro celular.
En esta línea, debemos conocer cuáles son estos factores para saber cómo evitarlos.
El principal elemento a tener en cuenta en lo que a envejecimiento prematuro se refiere, es la cantidad de radicales libres circulando en nuestro sistema.
Los radicales libres son productos biológicos que nuestro organismo produce, ya sea en forma preventiva, como mecanismo de defensa, o bien como deshecho metabólico. Al ser elementos producidos por el organismo, también tenemos mecanismos para contrarrestarlos y que no degraden nuestras propias células.
El problema es cuando la cantidad de radicales libres es superior a la que nuestro organismo puede procesar y estos agentes se unen a las membranas celulares, degradándolas rápidamente. Esto se da a nivel de la membrana celular propiamente dicha (la que separa a la célula del medio externo), a nivel de la membrana nuclear (dejando el núcleo expuesto y más sensible a agresiones externas con el riesgo de sufrir mutaciones que pueden derivar en enfermedades metabólicas o cáncer) e incluso a nivel de las mitocondrias, la mismísima fuente de energía celular.
Y como es obvio que estamos compuestos por células, el deterioro de éstas es nuestro propio deterioro. Es por lo tanto crucial evitar el exceso de radicales libres y, al mismo tiempo, aumentar la cantidad de antioxidantes, que son los elementos encargados de anularlos.
¿Y dónde podemos encontrarlos en general a unos y otros?
A grandes rasgos, se puede decir que frutas, verduras y cereales contienen buena cantidad de antioxidantes y que los alimentos industrializados o demasiado procesados, contienen y generan gran cantidad de radicales libres. Por ejemplo, se sabe que el arándano posee elementos que evitan que la Escherischia coli se fije a las paredes uroteliales de la vejiga, ayudando a combatir las cistitis; pero también posee antocianidinas, que son poderosos antioxidantes que actúan especialmente a nivel ocular, evitando el deterioro prematuro de la vista.
Las crucíferas (repollo, brócoli, coliflor, etc.) poseen selenio, otro antioxidante que entre otras cosas nos ayuda a prevenir el cáncer, mejora la calidad del esperma en el hombre, y contrarresta los radicales libres generados entre otros por el cigarrillo;
el ajo y la cebolla poseen azufre, necesario para las uniones de enzimas antioxidantes como la glutatión peroxidasa;
el germen de trigo posee vitamina E, otro poderoso antioxidante;
los cítricos, el kiwi y el perejil poseen cantidades de vitamina C.
Por otro lado, las grasas trans presentes en muchos alimentos aceleran el deterioro de las membranas celulares, generando lipoperoxidación al igual que los radicales libres. Los miles de aditivos químicos agregados a los alimentos, al igual que los metales pesados incorporados a nuestro organismo mediante contaminaciones accidentales o iatrogénicas son una increíble fuente de radicales libres, que acelera el envejecimiento celular, no sólo a nivel de la piel sino de cada célula de nuestro cuerpo.
En una sociedad cada vez más industrializada, tenemos por un lado la ventaja de tener manzanas y naranjas durante todo el año pero por otro, al ser tratada con fertilizantes y pesticidas, ser cortada de la planta todavía sin madurar, mantenida en cámaras frigoríficas y muchas veces pintadas y enceradas para que su aspecto sea más vistoso, no sólo disminuimos notablemente la cantidad de vitaminas presentes en ellas sino que agregamos elementos tóxicos y generadores de envejecimiento. A esto sumado los otros factores que causan deterioro celular prematuro como los metales pesados presentes en el medio, las radiaciones y el estrés nuestro de cada día, hacen que muchas veces debamos suplementar con cantidades extra de antioxidantes que es entre otros elementos la base de los tratamientos antienvejecimiento,
La expectativa de vida en nuestro medio es cada vez más alta, aunque no siempre va de la mano con calidad de vida. Alcanzar una vida longeva y plena, en completo control de nuestras facultades, es posible teniendo una participación activa en el cuidado de nuestra salud, siendo la alimentación uno de los pilares fundamentales, guiándose por la propia biología y no por lo que venden los anuncios publicitarios que sólo están pensados para incrementar las ventas y no para cuidar nuestra salud.´
Dr. Gabriel Carrascosa Solar (Médico – MN 128831. Miembro de la Asociación Argentina de Medicina Integrativa (AAMI) y Docente de la Diplomatura Universitaria en Terapias Complementarias y Medicinas No Convencionales).